Opinión La Tercera

SEÑOR DIRECTOR
En un comunicado del viernes, CGE, la empresa eléctrica con el mayor número de clientes en Chile, manifestó que “dadas las inquietudes de la comunidad sobre la implementación de este proyecto, la mejor solución es reestudiar la puesta en marcha, mientras no exista el convencimiento generalizado de sus beneficios”. Destaca el cuestionamiento a las reales ventajas de estos medidores, cambio tecnológico apoyado por el gobierno y Enel Distribución.
He manifestado mi apoyo a la introducción de los medidores inteligentes, pero he cuestionado la gradualidad y oportunidad de hacerlo, sin un rediseño de la política pública y la ley de distribución. Es, además, imprescindible que las empresas reguladas de servicios básicos recuperen sus costos, y que la autoridad vele por que inversiones y costos de dichas empresas monopólicas sean realizadas de forma eficiente.
Como todo cambio tecnológico, en cualquier industria, resulta fundamental que estos medidores traigan beneficios efectivos, en costo, calidad y seguridad de suministro. De otra forma, no serán aceptados por la ciudadanía. Hoy traerán beneficios al fiscalizador (SEC), que podrá tener mejor información de las interrupciones de suministro, y a las empresas distribuidoras, reduciendo los costos de lectura de medidores. No es evidente que los beneficios en el corto plazo, sociales o económicos, dado el marco regulatorio actual, superen la inversión que están asumiendo los usuarios.
Si tuviéramos un mercado más profundo de servicios competitivos de distribución, distinta sería la condición. Visualizo con ello generación distribuida en las casas, vehículos eléctricos, baterías domiciliaras, soluciones de gestión de demanda, tarifas horarias reales, etc., y, por supuesto, medidores inteligentes.
Hugh Rudnick